domingo, 28 de noviembre de 2010

VIOLENCIA DE ALTO NIVEL Y SUTIL

Soy una ciudadana común y corriente, al igual que ustedes que me acompañaran a  lo largo de este artículo.
Todo empezó cuando un grupo de mujeres de Supe Pueblo conocedoras de que soy la aliada de las causas olvidadas, me pidieron apoyo para la celebración de la Navidad 2010 de  niñ@s.  Vaya compromiso en que me pusieron porque mi corazón y mi voluntad son muy grandes pero mis recursos solo se restringen al monto del sueldo  de una jubilada en nuestro país.
Pero aquello que me falta en dinero me sobra en imaginación, decidí asumir este reto y lo primero en que pensé en los contactos más cercanos que pudieran apoyarme desde su corazón y el  calor de su bolsillo. Fui de un lugar a otro, de amigos a amigas,  terminando en quienes siempre han sido apoyo voluntario, las funcionarias de la Embajada de Estados Unidos y otras instituciones. No recuerdo en qué momento ni como mi búsqueda de apoyo personal y voluntario terminó en una solicitud de apoyo institucional.  Lo cierto es que un día recibí al mensajero con una carta, de la Embajada de Estados Unidos, denegándome el apoyo debido a su política de apoyo concentrado en el gobierno para ser destinado a toda la población del país.
Me frustré pensando que se cerraba una puerta, pero como les contaba  imaginación es lo que me sobra.  Esa carta era el estímulo para tocar la puerta al gobierno, por su  convenio con Estados Unidos para atender todo tipo de demanda de asistencia a la población, así es como primero me dirigí a la Primera Dama del país, como lo haría cualquiera de ustedes en estos menesteres.
Con una solicitud y la copia de la carta de la Embajada de Estados Unidos me dirigí a la oficina de la  Primera Dama.  Y vaya sorpresa que me di, ¡Ya no tenemos Primera Dama! Hecho que me fue anunciado por el Responsable del Despacho en la  Recepción del Tramite Documentario,  se negó a recibir la solicitud señalando textualmente “Ya la Sra. Pilar Nores no es Primera Dama solamente es encargada de la ONG de Campesinas”, mi  reacción fue inmediata y a la vez argumenté “El Señor Presidente no nos ha informado al pueblo de esta situación de vacío en el cargo de Primera Dama, y sería importante que sea responsable en su autoridad como Presidente de la República y nos evite esfuerzos como el mío de recurrir a una autoridad inexistente” .
Insistí que por lo menos registrara mi intento de trámite de hacerle ver a las mujeres de Supe Pueblo la gestión que realicé, obteniendo a cambio negación, rechazo y nuevo argumento de desviación, preguntándome si el trámite correspondía a una zona Campesina en la Selva. Yo le dije “que era de la Selva su Costa” y salí con mil ideas en la cabeza  y sentimientos de mucho malestar.
Como ciudadana me sentí burlada, por la falta de información y el modo como se gestiona el país en manos del APRA, por el silencio y complicidad de la oposición, por la mordaza invisible en los medios de comunicación.  Como mujer me sentí ofendida en mi condición de género, me puse a pensar en las razones que había llevado a Pilar Nores a dejar invisible el puesto de Primera Dama.
Fujimori , luego de torturar, secuestrar y desautorizar a Susana Higuchi, sin lograr doblegarla aún cuando afectó su Salud Mental ante la develación de los hechos no le quedo otra cosa que colocar explícitamente a su hija Keiko Fujimori Huguchi como Primera Dama, visibilizando y reproduciendo la figura simbólica reencarnada de Ateneas que nació de la cabeza del padre, desnaturalizando  su llegada al mundo a través de la vagina de su madre.
 Toledo cuando decidió postular por esa práctica patriarcal y conservadora de la imagen de éxito, estabilidad, reconocimiento a un hombre y el concepto de familia volvió a remendar su relación rota y magullada con Eliane Karp,  que a duras penas no terminó en la vacancia de Primera Dama con el escándalo de la infidelidad del mandatario, porque pudo en ella más su condición de Ejecutiva que de pareja maltratada (poder)  y posiblemente su cálculo que Toledo hubiera tenido que decidir en remplazarla entre su hija Chantal  Toledo Karp o Zaraí Toledo Orosco.   Hecho que nos hubiera asomado descarnadamente a nuestra dramática realidad histórica de un país, que en términos Emma Mannarelli1 se ha construido sobre la bastardía, cuyo peso de sacar adelante a ciudadanas y ciudadanos peruanos ha estado y está sobre los hombros de madres solteras o jefas de familia.
García no solo es una nueva versión de esta situación patriarcal y machista que nos atraviesa como país e historia sino que también es la prueba viviente de cómo nos movemos y toleramos día a día en una realidad social y política de medias verdades, doble moral , violación y manipulación de las normas al servicio de los intereses de quienes están en el poder de turno.  Somos un país que en cuestiones de innovación política partidaria nos mantenemos rezagados  de los países del Tercer mundo con democracia, pero sin duda estamos a la vanguardia en la innovación y el desarrollo de prácticas sofisticadas de violencia contra la mujer en el cuál invierten esfuerzos sostenidos los hombres de nuestro país desde el primer mandatario hasta el último ciudadano “de segunda categoría”, y la complicidad de las mujeres,  mostrando que nos falta mucho por andar en torno a la visibilización y tratamiento de las diversas formas de Violencia contra la Mujer, más complejas cuanto más ensanchamos la civilidad, democracia y  Derechos Humanos.
Para terminar,  esta situación no sólo se da en países en Tercer Mundo como el Perú, donde la lucha por los Derechos de las Mujeres tiene apenas cuatro décadas, sino que se mantiene como desafío para las mujeres del primer mundo, donde la lucha por la emancipación y acceso al Poder tiene más de un siglo como sucede con Estados Unidos . Cada Norteamericana que siente que sus derechos de género son un paso a la vanguardia global, no pueden dejar de sentir ese sabor amargo y vergüenza de género por el triste papel de Hillary Rodham, frente a la infidelidad de William Bill Clinton sancionada política y socialmente por el develamiento de una mentira.
Necesitamos reflexionar las mujeres del tercer y primer mundo, acerca de cómo procesar la violencia de género en su relación con el poder político que nos atraviesa en nuestra dignidad, identidad, imagen simbólica, acceso y ejercicio de poder.
Hasta el momento, algunas nos  parapetamos en nuestro rol de madre y pilar de la familia para justificar nuestro sometimiento y nuestra vocación por migajas de poder,  “perdonar y seguir adelante”, como si nada hubiera pasado.
 Otras asociamos el origen del maltrato bajo la forma de infidelidad, desamor y falta de respeto no proviene de la pareja infiel, sino del amante, por ende un accidente del cual nos recuperamos manteniéndonos en el poder a través de nuestra afirmación de ser la titular.
Y también porque reproducimos en nuestra práctica, la concepción del poder político masculinizado, donde mantenerse en el poder  es una prioridad, que somete cualquier otro tipo de prioridad incluyendo la renuncia a la dignidad, igualdad y sujeto de derecho.

Rosario Bustamante Sánchez