sábado, 19 de febrero de 2011

Soy el sol de mi roca permanente, ni un paso atrás… ¡Adelante…!

Me sumergí en Mujeres que Aman demasiado de Robin Norwood, como parte de una lectura colectiva DesdeNos. Debía analizar y compartir mi mirada a cerca del sexto capítulo “Los hombres que eligen a las mujeres que aman demasiado”. Me pregunté ¿Cómo o por qué me tocó este capítulo?, ¿Será porque algo de lo que digo, hago o muestro hace que se sospeche? ¿Qué habrá notado Catalina para darme esta lectura?, lo pensé para mí y luego lo dije en voz alta durante la reunión de discusión de la lectura.

Antes de iniciar mi reflexión, señalé que mi encuentro con la obra no correspondía a este primer mes del 2011, fue seis meses atrás, el 7 de Junio del 2010, gracias a que se frustró por primera vez la reunión colectiva en DesdeNos, tuvimos la oportunidad de conversar con Catalina sobre mi proceso personal, mis interrogantes, dudas, temores, heridas, dolores, tristezas, desesperanzas.

Ella me dijo: “Parece que todo tu aprecio es hacia otros, has postergado a Delia quien te espera acurrucada en el fondo de ti...”. Luego recomendó leer a Las Mujeres que Aman Demasiado, e hizo algo mejor, me acompañó y juntas compramos el libro. Confieso que sólo leí hasta el capítulo tres y no pude mas. Cuando a fines de año vino mi hija del extranjero, pensé que el libro sería más útil para ella que para mí, se lo regalé. Pensé que en mi caso ya no había más que corregir o resolver, pensé que “ella necesitaba leer y saber otros argumentos para no repetir mi historia”.

A fines de enero del 2011, cuando adquirí el compromiso de revisar el libro en DesdeNos, retomé la lectura, casi por compromiso, luego comprendí como dice la autora que no es fácil leer sobre algo que de algún modo se relaciona con nuestra propia experiencia. Con eso íntimo que no comprendemos, que intentamos frecuentemente postergar, negar, disfrazar de distintos modos. A veces con un carácter alegre, risueño, porque se cree que nuestro papel es evitar que los otros entristezcan o espantar las tormentas y conflictos que suelen darse en los grupos de personas, sea en la familia, l@s amig@s la vecindad, el barrio, el distrito.

Ahora que he leído, primero el capítulo seis con profundidad, luego gran parte del libro con avidez, puedo escribir este comentario donde expreso sin temor alguno, mi historia, que es la misma historia de muchas mujeres de nuestro país y el mundo. Mi comprensión de lo que es amar demasiado va de la mano con las diversas formas y momentos en que me he relacionado o dejé de hacerlo conmigo mismas, con nosotras como género, con los hombres y mujeres de mi familia, parientes; los de mi comunidad y sociedad.

El capítulo seis, se resume en que los hombres con problemas de dependencia diversa -alcohol, drogas, comida, inaccesible, mantenido, trabajo obsesivo, prontuariado, etc.- eligen preferentemente a una mujer que ama demasiado “… mujer fuerte que, de alguna manera, promete compensar lo que falta en él o en su vida…”, (Norwood:1985, 66), asegurándose que sea capaz de cuidarlo y solucionar sus problemas. Cuando las mujeres que aman demasiado, eligen a los hombres dependientes, las preguntas que están detrás de las preguntas racionales y prácticas, tienen que ver con "¿Me necesitas?". Preguntas y actitud que se corresponden desde la infancia con mi formación, nuestra formación como mujer, por eso es posible que cuando nos encontramos una mujer que ama demasiado y un hombre que no sabe amar, hacemos click satisfaciendo nuestra necesidad mutuamente.

He recorrido el camino de mi vida, con tropiezos, caídas y levantadas, puesto que aun me mantengo de pie. Unas veces con el cielo despejado o tormentoso que me hacía pensar que mi vida era incierta. Algunas veces débil otras fuerte, dependiendo de aquello que se me ponía al frente para aplastarme o retarme. Muchas veces con el rostro iluminado de felicidad, sintiendo que con ello se compensaba una historia triste, para al poco tiempo mirarme a solas en el espejo el reflejo de mi faz con rictus de amargura, y otras tantas mis ojos limpios casi sin expresión como si hubiera perdido el alma.

He satisfecho parte de mi deseo de bienestar especialmente material, el desarrollo social y económico de mis hijos, aprendiendo de mis caídas. Mas cuando miro alrededor me doy cuenta que sólo es un paso, porque he postergado aquello que ahora veo con mas claridad, mis sueños, que es lo más importante para un ser humano.

Siempre he dejado de lado mis aspiraciones, por que desde que tengo recuerdos, los otros y otras, siempre han estado antes que yo. Priorizaba a mi pareja, a mis hijos, a mi familia, a mis vecinos, a mis amigas, inventando o creando tiempo para solucionar lo ajeno y no lo mío. Hoy comprendo que ESO ES AMAR DEMASIADO. No pensar en mi propia persona, en mi felicidad, en mis metas, lo que todo ser humano aspira y persigue. No es extraño por tanto, que a los 69 años de edad, aun siga pendiente muchos de mis sueños de juventud, que temo recordar.

Algo que no puedo dejar de mirar, porque es el puente entre mi ayer y hoy, es el matrimonio. Cuantas cosas ocurren en su proceso, marcando etapas donde el enamoramiento viene a ser sinónimo de necesidad y posesión del otro. La boda, da paso a una realidad marcada por el autoritarismo, la dependencia económica y la reclusión entre cuatro paredes del hogar. La maternidad y el rol del cuidado que no concluye con la mayoría de edad o el matrimonio de las hijas e hijos. Al mismo tiempo que se produce el cierre de ilusiones y sueños.

Sin darse apenas cuenta, una se vuelve Ama de Casa, título que pareciera darnos el poder de la casa, pero es todo lo contrario, porque somos dueña de todo y nada, hacemos todo y nada, construimos todo y nada, tenemos todo y nada. Unas viviendo a través de nuestras hijas, repitiendo o ahondando nuestras mismas historias porque no somos consientes que no lo hemos reconocido y desprendido de su sombra, otras repitiendo en nuestros hijos nuevas versiones de sus padres, nuestros padres y abuelos.

Y nos hacemos “vieja” como sinónimo de inservible para algunos. Para otros “adulta mayor”, así podemos ser sabias y dar consejos especialmente a una tercera generación. O bien “de tercera edad”, si tenemos la posibilidad de vivir una jubilación con otras practicas y prioridades de nuestro tiempo.

Mientras que muchas en nuestro interior, como decimos en DesdeNos, cuando miramos hacia adentro, seguimos siendo esa niña con los mismos miedos, dudas e inseguridades, sólo que ahora tenemos los huesos desgastados, los músculos débiles, la mirada menos distante y los pasos mas lentos.

A nuestra historia sin duda contribuyen muchos factores, como ser parametradas en una religión, las costumbres y prácticas de una familia, donde el macho es que manda, a quien se le debe respeto y tolerancia. Mejor si nos hacemos de la vista gorda a cerca de sus defectos e infidelidades, porque la buena esposa, escucha, mira, obedece y calla. Y del sexo ni que hablar. La consecuencia era de prever ¡Caray! ¡Qué tal ocurrencia ...! ¡Que tal dependencia...!
Ahora que leo a Robin Norwood, me doy plena cuenta que se nos ha guiado y entrenado para que el corazón de una mujer siempre esté en función de amar demasiado, la vida, el campo, el amor. Pero llega el momento que sales de ese letargo, tomas algo de distancia y piensas, ¿Por qué?, ¿Por qué me paso a mí? ¿Aún puedo cambiar? ¿Aún puedo esperar que amen como me merezco? ¿Aun puedo amar sin que sea demasiado?

Puedo ver con mas claridad mi actuación, sin tanto dolor y sentimiento de culpa, con cierta sabiduría que da el aprendizajes, recién reconozco lo loba que necesité ser con mi pareja para sobrevivir. Recién entiendo y reconozco las diversas estrategias para defenderme, atacar, buscar un "refugio", hacerme fuerte y reinventarme para reponerme y retornar, para SER.

Ahora que he descubierto, que mi búsqueda no ha culminado, que aquello que puedo SER y HACER no se mide por los años, sino por mi capacidad de comprender y trascender a mi condena que germina con mi infancia, mi condición de mujer, mi religión, mi propio temor. Ahora que he viajado al fondo del pozo para recuperar la llave y abrir mi celda hogareña -el claustro de encierro donde yo tiré la llave de la puerta al pozo de la ignorancia, bendecida por mi religión-, veo pienso y recapacito que me queda mucho por dar y recibir.

Dicen que la vida es una, por cuanto hay que saber vivirla, pero sólo se aplica a quienes son dueñ@s de sus vidas. Cuando dejamos de vivir por amar demasiado a tod@s menos a una misma, como sucede en mi caso, se transforma en una mala experiencia, que no quiero se repita con los míos, ni con otr@s personas.

Por tanto, mi compromiso es ayudar a sensibilizar a las mujeres que conozco, para que sientan que no están solas, que somos muchas, que podemos salir adelante si tenemos mutua confianza, si nos reconocemos, orientamos cuando sentimos que perdemos el norte. Animamos a quienes están atrapadas en prácticas de amar demasiado, para ayudarlas a ayudarse. Tarea sin duda mayor que el auxilio cotidiano que no podemos dejar de hacer, puesto que no todas las mujeres descubre a tiempo que aman demasiado. Algunas violentadas no quieren ir a una DEMUNA1 o denunciar su caso, el compartir con ellas me fortalece, porque siento cuan importante es mi experiencia para animarlas y sostenerlas.

El tercer tiempo en mi vida, es también oportunidad de ser abuela, rol que no es de madre, sino de abuela sabia, que te da un tónico especial, para seguir caminando, te permite recuperar tu rol como guardiana de la memoria con alegría, con capacidad para contar historias de mujeres por mujeres. Por ejemplo que en un tiempo y lugar no muy lejano, que decidieron hacerse de sus reinos, poderes y dones con éxito. Algunas decidieron aceptar al hombre común que fue su marido, porque dejaron de soñar con el príncipe azul inexistente, por lo menos para todas, pudieron vivir junto a sapos y ogros hasta cuando descubrieron el amor que llevaban para sí, liberándolas para decidir que podía vivir sin ellos, o bien vivir con ellos, sin querer cambiarlos, Es cuando aprendieron a amar a otros como se amaban así mismas.

Cuando mas vieja soy,
mayor parece el poder que tengo para ayudar al mundo,
soy, como una bola de nieve que entre mas lejos rueda, mas crece.



Delia Palomino Huamaní
Lima, 11 de enero de  2011

1 comentario:

Julia Cabello dijo...

¡que hermoso resumen¡ Querida Delia estoy conmovida hasta las lagrimas. realmente creo que a partir de esta lectura has logrado hacer un resumen de tu vida; pero lo mas importante haz encontrado tu renacimiento. Delia Querida Te quiero y atraves de ti a todas las compañeras de DESDENOS, si esto sigue asi, vamos a llegar muy lejos, y creo que realmente estamos en el camino correcto en nuestra grupo, primero encontrarnos a nosotras mismas, encontrar nuestro SER. ¡que hermoso¡